Duelo
Superar la pérdida de un ser querido es quizás unos de los desafíos más difíciles a los que tenemos que hacer frente en la vida.
Llamamos duelo al proceso emocional por el que pasamos cuando perdemos a un ser querido, es un camino de adaptación en el que el doliente sufre profundamente. Todos hemos pasado o pasaremos por esa experiencia de dolor. Es natural y necesario para elaborar la pérdida, enfrentar el futuro y adaptarse a la nueva realidad sin esa persona de forma serena.
En cada duelo, las emociones, los pensamientos y lo que hace cada persona es diferente. Cada uno pone en práctica sus propios recursos de afrontamiento para sobreponerse. Es habitual que, pasado un tiempo, se logre procesar la pérdida y recuperar una vida plena.
Desde el momento del fallecimiento hasta el restablecimiento completo, el duelo pasa por diferentes etapas en las que se sienten emociones muy distintas. No siempre ocurren en el mismo orden, cada persona las transita a su manera:
- Negación: En un primer momento, las personas sufren un impacto o shock (más intenso cuanto más repentina e inesperada sea la pérdida) e incapacidad para asumir lo ocurrido. Esta etapa puede durar desde unas horas hasta una semana.
- Ira: Cuando se logra superar la negación aparece una fase caracterizada por el enfado hacia aquellas personas o situación que ha provocado la pérdida. A menudo aparece insomnio y pérdida de apetito.
- Negociación: En esta etapa del duelo las personas centran su atención en qué se podría haber hecho para evitar lo ocurrido. Aparecen fuertes deseos de volver atrás en el tiempo para cambiar lo que se supone que ha dado lugar a la pérdida. El sentimiento de culpabilidad es frecuente en esta fase.
- Depresión: En esta fase aparecen sentimientos de tristeza, anhelo, vacío y melancolía por el tiempo que ya no volverá. Es habitual el pensamiento de que nada volverá a ser igual y nunca se podrá ser feliz.
- Aceptación: Es el momento en el que se asume la pérdida y se comienza a convivir funcionalmente con la nueva situación.
Es necesario completar todo el proceso de duelo para asumir la pérdida de una forma adaptativa. Sin embargo, hay ocasiones en que las personas se encuentran con factores que dificultan el proceso natural y se quedan atrapadas en alguna de las fases. Esto puede dar lugar a un duelo complicado (o duelo patológico), desarrollando problemas físicos y psicológicos que van más allá de la evolución adecuada e interfieren muy negativamente en la vida de las personas.
El trabajo psicológico consiste en acompañar y guiar al doliente a aceptar la realidad de la pérdida, a trabajar el dolor. La terapia es un espacio para ayudar a identificar las emociones y elaborarlas, para afrontar el día a día sin el fallecido y recordarlo con calma y serenidad. Al final del camino las personas consiguen restablecer su propia vida y su bienestar.
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