Psicoterapia

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Psicoterapia

La terapia que practico es integradora. Si bien mi formación de base es cognitivo-conductual, a lo largo de mi carrera me he ido interesando y estudiando otros tipos de enfoques que ahondan  más en las raíces de las personas, en los vínculos y los apegos, en el origen del modo en que se relacionan con el mundo en el que viven. Esto me ha ayudado a entender al ser humano de forma genuina y profunda y a ayudarlos en su proceso de forma más eficiente.

 

Aunque cada proceso es único, personal y adaptado a cada paciente, todos tienen estas etapas en común:

EVALUACIÓN

La primera fase de la terapia consiste en reunir toda la información necesaria sobre el origen y el mantenimiento del problema de la persona. Esto se logra a través de una entrevista profunda y otras herramientas como el test o los cuestionarios.

VALORACIÓN

Una vez que se ha realizado una evaluación exhaustiva, el siguiente paso es dar una explicación de las conclusiones a las que se hayan llegado tras la evaluación, con el fin de que la persona entienda qué, cómo y por qué está ocurriendo el problema en cuestión.

DISEÑO DEL PROCESO Y ACTUACIÓN

En esta fase se constituye la terapia propiamente dicha. En ella se ponen en práctica las técnicas más adecuadas en cada caso. Éstas están encaminadas a dotar a la persona de todas las herramientas necesarias para gestionar y solucionar el conflicto.

 

La duración de las sesiones es de una hora y la frecuencia habitual es semanal, a excepción de algunos casos, los menos, que requieren una fase de choque en la que son necesarias dos sesiones. A medida que avanza la intervención y las personas van notando mejoras, las sesiones se van espaciando en el tiempo.

PREVENCIÓN DE RECAÍDAS Y SEGUIMIENTO

Esta última fase tiene lugar cuando la persona ya se siente habilitada para el manejo de su problema. Las sesiones serán menos frecuentes hasta el fin de la terapia.

 

El número de sesiones dedicadas a cada fase dependerá de cada paciente y de la problemática a tratar.

El número de sesiones dedicadas a cada fase dependerá de cada paciente y de la problemática a tratar.

Agorafobia y pánico

¿Te da miedo salir de casa? ¿El miedo aumenta a medida que te alejas de ella? ¿Has sentido alguna vez un terror tan intenso que has pensado que te va a dar un infarto o te vas a volver loco? ¿Estás evitando lugares de los que piensas que no podrías salir fácilmente si te ocurriese algo? ¿Has dejado de utilizar el transporte público por temor a sufrir un ataque de pánico? ¿Has dejado de conducir por miedo a perder el control? Son algunas preguntas a las que podemos encontrar solución.

 

Si has respondido afirmativamente a una o varias de estas preguntas, es probable que estés sufriendo un trastorno de pánico y/o agorafobia.

 

 

Veamos en qué consiste el pánico, la agorafobia y el tratamiento para superarlos.

 

En primer lugar definamos qué es un ataque de pánico: Un ataque de pánico o angustia es un episodio de miedo y terror intensos en el que aparecen síntomas físicos de ansiedad tales como:

 

·       Dolor en el pecho

·       Palpitaciones

·       Sensación de ahogo

·       Náuseas

·       Sensación de irrealidad o despersonalización

·       Visión borrosa o sensación de ver luces

·       Sensaciones intensas de calor o frío

·       Mareos

·       Debilidad en las piernas

·       Pinchazos o calambres

·       Temblores

·       Etc.

Estas sensaciones suelen darse de forma inesperada y se viven como algo muy desagradable y peligroso, lo que, a su vez, incrementa los síntomas. Las personas malinterpretan estas sensaciones, creyendo que van a sufrir un infarto o que se van a volver locos, produciéndose así el ataque de pánico o angustia

¿Cuándo aparece la agorafobia?

 

Tras uno o varios ataques de pánico las personas comienzan a evitar lugares en los que temen que se vuelva a producir, lugares de los que sería difícil escapar o recibir ayuda en caso necesario. A medida que se evitan estas situaciones la agorafobia se va instaurando, de manera que se va restringiendo el área de seguridad. En ocasiones se llega a no salir de casa durante años. 

Las situaciones que se evitan habitualmente son:

  • Estar solo fuera de casa
  • Cines, teatros, restaurantes, centros comerciales y lugares concurridos en general
  • Ascensores
  • Viajar en transporte público
  • Conducir
  • Túneles
  • Esperar turno (en la cola del supermercado, en el centro de salud, etc.)
  • Estar en un puente

¿Cuáles son las causas de pánico y la agorafobia?

 

No existe una única causa para desarrollar estos problemas, en cada persona es diferente, si bien se pueden relacionar con épocas de estrés o ansiedad, problemas médicos (como hipertiroidismo), antecedentes de familiares con ansiedad, etc.

 

¿Cuál es el tratamiento para el pánico y agorafobia?

 

Se aplica el tratamiento que se ha demostrado más eficaz para estos trastornos. Aunque la terapia se adapta a cada persona, siempre engloba tres áreas de actuación:

 
1.     La persona ha de entender adecuada y profundamente qué es lo que le ocurre, cómo y por qué.

2.     Reinterpretar correctamente los síntomas y desarrollar un modo funcional de pensar y actuar sobre los mismos.

3.     Exponerse paulatinamente a las situaciones temidas.


Las primeras sesiones de terapia se llevan a cabo en el domicilio del paciente y, a medida que la persona va adquiriendo las habilidades necesarias, el terapeuta acompaña en la realización de la exposición a las situaciones temidas.

¿Te has sentido identificado/a? ¿quieres más información? Contacta conmigo, sin compromiso, en el 600920725 o en info@psicologoadomiciliomadrid.net

Ansiedad generalizada

¿Te preocupas por cosas por las que la mayoría de la gente no se preocupa? ¿Te resulta imposible no pensar en las preocupaciones, pero, aun así, no encuentras una solución? ¿Crees que si no te preocupas sucederá lo peor? Si es así, es posible que estés sufriendo un trastorno de ansiedad generalizada.

 

¿Qué es la ansiedad generalizada?

 

El trastorno de ansiedad generalizada se caracteriza por una preocupación intensa y constante por muchas situaciones o acontecimientos, incluso aquellos que no parecen tener la menor dificultad o importancia. Cualquier contratiempo de la vida diaria se convierte en una fuente de sufrimiento para estas personas y no pueden evitar darle vueltas en la cabeza (rumiaciones), haciendo que no puedan relajarse y les resulta muy difícil librarse de sus pensamientos. Cuando han logrado eliminar una preocupación, aparece una nueva.

 

Los temas más comunes sobre los que giran estas preocupaciones exageradas suelen ser los relacionados con la familia, el dinero, el trabajo, los estudios, la salud, el futuro, etc. Pero también pueden verse abrumados por cuestiones de poca importancia como las labores del hogar, qué ropa vestir ese día o haber cometido un pequeño error en el trabajo. En un principio, se trata de un intento de búsqueda de solución, sin embargo, se quedan bloqueados y no encuentran una salida, de manera que esta situación y la ansiedad que les produce interfieren muy negativamente en el desarrollo de su vida diaria.

 

A nivel físico, las personas con ansiedad generalizada, sufren síntomas como taquicardia, mareo, sensación de ahogo, presión en el pecho, problemas gastrointestinales, contracturas musculares, bruxismo, insomnio, pérdida de apetito, etc.

 

A nivel psicológico, suelen tener problemas de atención, concentración y memoria, inestabilidad, falta de autoestima, etc.

 

Cuando la ansiedad lleva mucho tiempo instaurada puede dar lugar a problemas depresivos.

¿Cómo se soluciona?

 

El tratamiento para la ansiedad generalizada está basado en aquellos modelos que han demostrado ser más eficaces para este problema. Tras un estudio pormenorizado de las características del caso y de la persona, se diseña la terapia más indicada. A través de las sesiones la persona con TAG aprenderá a relajarse, a darse cuenta de la inutilidad de las preocupaciones, a tolerar la incertidumbre, a resolver los problemas, a tomar decisiones y, sobre todo, a gestionar y controlar sus emociones de forma que pueda recuperar un estilo de vida sano y adecuado.

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Estrés laboral

A menudo nos vemos desbordados y abrumados por el ritmo de la vida diaria. La sociedad exigente en la que vivimos nos empuja con frecuencia a hacer frente a demandas que no nos vemos capaces de abordar o que realmente exceden nuestros propios recursos. Esto puede llevarnos a una situación de estrés o de estrés laboral.

 

¿Qué es el estrés?

 

En principio, la respuesta de estrés (también llamada eustrés o estrés bueno) es una respuesta sana del organismo, porque es la encargada de ponernos en marcha, de activarnos para hacer frente a los requerimientos que nos haga el entorno, nos motiva para ser más productivos. Nos carga de energía y determinación ante una dificultad. Por ejemplo, cuando una persona encara con entusiasmo su primer día en un trabajo para el que llevaba tiempo preparándose. Este tipo de estrés es pasajero, desaparece pronto y genera emociones positivas.

 

Sin embargo, si esta sobreactivación del organismo, con carácter negativo, ocurre con mucha frecuencia o durante un tiempo prolongado, obligándonos a forzar nuestro cuerpo y mente, aparece el estrés negativo (o distrés). Esto tiene efectos nefastos tanto a nivel físico como a nivel psicológico y emocional. Un jefe que grita constantemente, la posibilidad de perder el empleo, alto nivel de competitividad en el trabajo, un exceso de actividades diarias que no permite disfrutar de tiempo de ocio y descanso, estar sometido a elevados niveles de ruido durante mucho tiempo, atascos de tráfico, son circunstancias que pueden desencadenar problemas de estrés laboral.

 

Cuando una persona está sufriendo estrés laboral puede ver afectadas negativamente todas las esferas de su vida:

  • Físicamente: dolores de cabeza y espalda, problemas digestivos (úlcera, estreñimiento, colon irritable), falta de apetito, insomnio, cansancio, taquicardias, problemas en la piel, pérdida del cabello, irregularidad en la menstruación, asma, etc.
  • Emocional: ansiedad, depresión, irritabilidad, apatía, agresividad, baja autoestima, bajo deseo sexual.
  • Cognitiva: problemas de atención, concentración y memoria, pesadillas, miedo al fracaso, dificultad para tomar decisiones
  • Comportamental: aislamiento, problemas de pareja, consumo excesivo de café, consumo de drogas (alcohol, tabaco, cocaína, etc.), comer en exceso, problemas laborales.

 

¿Cómo se soluciona el estrés?


La terapia para el estrés laboral aborda el problema de forma global, actuando desde todas las perspectivas posibles. El tratamiento es individualizado, dependiendo de las circunstancias y las características de cada persona. Tras un estudio pormenorizado de todos los factores que han originado y manteniendo el problema, se ponen en práctica las estrategias más adecuadas para cada persona.

Las técnicas que se han demostrado más eficaces y que se ponen en práctica en la terapia están relacionadas con:

 

·       Entrenamiento en relajación

·       Gestión y control emocional

·       Técnicas para aumentar la autoestima

·       Planificación de hábitos de vida saludables (dieta, ejercicio, descanso)

·       Entrenamiento en solución de problemas y toma de decisiones

·       Establecimiento de metas y gestión del tiempo.

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Depresión y estados de ánimo

¿Has perdido el interés por las cosas? ¿No puedes dejar de estar triste? ¿Tienes sentimientos constantes de inutilidad, de culpa y desesperanza?

 

Si llevas tiempo sintiéndote de esta manera es posible que estés pasando por una depresión.

 

A menudo confundimos depresión con tristeza. No pocas veces decimos “estoy deprimido porque ha perdido mi equipo de fútbol favorito” o “estoy deprimido porque no me han concedido las vacaciones cuando deseaba”. En realidad, la tristeza es una respuesta natural del ser humano con una función adaptativa muy importante: ayudarnos a asimilar la pérdida de algo querido. Facilita un encierro en nosotros mismos que nos da la oportunidad de llorarla, procesarla, calcular sus consecuencias y, pasado un tiempo, planificar un nuevo comienzo.

 

 

¿Qué es la depresión?

La depresión es cualitativamente diferente a la tristeza, es un trastorno del estado de ánimo, con consecuencias muy negativas para la persona que la padece, tanto físicas como emocionales y puede durar meses o años. Es, junto con los problemas de ansiedad, el problema emocional más frecuente en nuestra sociedad.

 

Se caracteriza principalmente por una acusada tristeza, incapacidad para experimentar placer (pierden el interés por realizar las actividades que antes resultaban agradables), sentimientos de culpa y desesperación profundas. Las personas deprimidas se encuentran abatidas, indefensas, desmotivadas y sienten un profundo vacío vital. Se encuentra muy dañada la autoestima, se ven como despreciables, desgraciadas, inútiles y con poco valor. Hacen autocrítica constante por sus defectos y no perciben nada positivo de sí mismos.

 

En los procesos depresivos, a nivel físico, dependiendo de cada caso, aparecen síntomas como dificultad para dormir o dormir en exceso, fatiga y cansancio, agitación o enlentecimiento de los movimientos del cuerpo y  pérdida o aumento de peso.

 

A nivel de las funciones cognitivas tienen dificultades de concentración y de toma de decisiones, pérdidas de memoria, lentitud de pensamiento y del habla, etc.

 

Toda esta sintomatología suele estar acompañada de un elevado nivel de ansiedad y, en los casos más graves, existen pensamientos de muerte o suicidio.

 

En resumen, la depresión consiste en una visión negativa de uno mismo, el entorno y el futuro.

¿Cuáles son las causas?


Existen diferentes tipos de depresión, dependiendo de la causa principal que esté en la base. Los factores originarios pueden ser de naturaleza orgánica (alteraciones de los niveles químicos cerebrales, en concreto de la serotonina), de naturaleza situacional (como haber sufrido eventos negativos: pérdidas importantes, abusos, maltrato, etc.) o de naturaleza psicológica (patrones de pensamiento irracionales y desadaptativos). Habitualmente todos los factores están interrelacionados.

¿Cómo se soluciona?

 

Cada persona y cada depresión es diferente, por tanto, cada abordaje también lo es. En caso de que sea necesario un tratamiento farmacológico se derivará al especialista pertinente. No obstante, en la terapia, tras un estudio exhaustivo de las causas y los mantenedores de cada caso, se llevan a cabo acciones encaminadas a restablecimiento de un estado de ánimo saludable a través de la programación de hábitos de vida saludables (alimentación, ejercicio físico moderado y descanso), de la planificación de actividades agradables que generen refuerzo positivo, del fortalecimiento de la autoestima y la autoconfianza y del reaprendizaje del procesamiento de la información que dé lugar a pensamientos y emociones más realistas y adaptativos.

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Dificultad para las relaciones sociales (Fobia Social)

¿Evitas hablar, comer o beber delante de otras personas? ¿Temes ser el centro de atención? ¿Tienes miedo de lo que pueden pensar los demás de ti?

 

En caso de haber respondido sí a una o varias de estas preguntas, es posible que estés sufriendo un problema de ansiedad o fobia social.

 

Somos seres sociales, la relación con los demás seres humanos supone una parte muy importante de nuestra vida. Cuando éstas son satisfactorias, se convierten en una valiosa fuente de bienestar y de autoestima. Sin embargo, cuando existen dificultades en el trato con otras personas, pueden aparecer problemas que interfieren muy negativamente en nuestra vida y en nuestra estabilidad emocional.

 

 

¿En qué consiste?

La ansiedad social se caracteriza por un miedo intenso y persistente en situaciones que implican la interacción con una o más personas. No debe confundirse con timidez. Las personas tímidas sienten cierta incomodidad en presencia de otros, pero las personas que padecen ansiedad social  experimentan un temor muy elevado ante la posibilidad de ser evaluado, criticado y juzgado negativamente, temen que los demás piensen que son torpes, tontos o ridículos y temen que se den cuenta de están nerviosos y los rechacen. Para no sufrir todo esto, tienden a evitar exponerse a estas circunstancias, lo cual produce alivio en un principio, pero, a largo plazo, agrava el problema.

 

En estas situaciones aparecen síntomas como palpitaciones, sequedad de boca, tensión muscular, enrojecimiento facial, temblores, tartamudeo y un estado general de confusión que, en algunos casos, derivan en ataques de pánico.

 

Las personas con esta dificultad pueden experimentarla sólo en una o varias situaciones concretas, como hablar en público, tener una cita o preguntar en clase, o bien en la mayoría de las circunstancias que impliquen tener que interactuar con los demás y solamente sentirse cómodos en ambientes de mucha confianza.

¿Cuáles son las causas?


Respecto al origen de la fobia social, no existe una única causa. Son un conjunto de factores los que pueden provocarlo, entre otros: experiencias sociales negativas en el pasado, rasgos de personalidad, timidez infantil, aprendizaje e imitación de comportamientos de los padres o figuras allegadas, déficits en habilidades sociales, creencias erróneas a la hora de interpretar las situaciones sociales, etc.

¿Cómo se soluciona?

 

La terapia para la Ansiedad social combina diferentes objetivos con el fin de que la persona vaya encontrándose cada vez más seguro y se desenvuelva mejor ante situaciones sociales. Entre las técnicas que se ponen en práctica se encuentra el entrenamiento en técnicas para reducir la ansiedad, el entrenamiento en habilidades sociales y de comunicación (Entrenamiento en asertividad), la modificación de las creencias erróneas sobre uno mismo y las relaciones con los demás, reducción de las conductas de evitación, aumentar la autoestima, y, por último, la exposición gradual a situaciones que provocan temor.

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Duelo

Superar la pérdida de un ser querido es quizás unos de los desafíos más difíciles a los que tenemos que hacer frente en la vida.

 

Llamamos duelo al proceso emocional por el que pasamos cuando perdemos a un ser querido, es un camino de adaptación en el que el doliente sufre profundamente. Todos hemos pasado o pasaremos por esa experiencia de dolor. Es natural y necesario para elaborar la pérdida, enfrentar el futuro y adaptarse a la nueva realidad sin esa persona de forma serena.

 

En cada duelo, las emociones, los pensamientos y lo que hace cada persona es diferente. Cada uno pone en práctica sus propios recursos de afrontamiento para sobreponerse. Es habitual que, pasado un tiempo, se logre procesar la pérdida y recuperar una vida plena.

 

 

Desde el momento del fallecimiento hasta el restablecimiento completo, el duelo pasa por diferentes etapas en las que se sienten emociones muy distintas. No siempre ocurren en el mismo orden, cada persona las transita a su manera:

 

  • Negación: En un primer momento, las personas sufren un impacto o shock (más intenso cuanto más repentina e inesperada sea la pérdida) e incapacidad para asumir lo ocurrido. Esta etapa puede durar desde unas horas hasta una semana.
  • Ira: Cuando se logra superar la negación aparece una fase caracterizada por el enfado hacia aquellas personas o situación que ha provocado la pérdida. A menudo aparece insomnio y pérdida de apetito.
  • Negociación: En esta etapa del duelo las personas centran su atención en qué se podría haber hecho para evitar lo ocurrido. Aparecen fuertes deseos de volver atrás en el tiempo para cambiar lo que se supone que ha dado lugar a la pérdida. El sentimiento de culpabilidad es frecuente en esta fase.
  • Depresión: En esta fase aparecen sentimientos de tristeza, anhelo, vacío y melancolía por el tiempo que ya no volverá. Es habitual el pensamiento de que nada volverá a ser igual y nunca se podrá ser feliz.     
  • Aceptación: Es el momento en el que se asume la pérdida y se  comienza a convivir funcionalmente con la nueva situación.

Es necesario completar todo el proceso de duelo para asumir la pérdida de una forma adaptativa. Sin embargo, hay ocasiones en que las personas se encuentran con factores que dificultan el proceso natural y se quedan atrapadas en alguna de las fases. Esto puede dar lugar a un duelo complicado (o duelo patológico), desarrollando problemas físicos y psicológicos que van más allá de la evolución adecuada e interfieren muy negativamente en la vida de las personas.

 

El trabajo psicológico consiste en acompañar y guiar al doliente a aceptar la realidad de la pérdida, a trabajar el dolor. La terapia es un espacio para ayudar a identificar las emociones y elaborarlas, para afrontar el día a día sin el fallecido y recordarlo con calma y serenidad. Al final del camino las personas consiguen restablecer su propia vida y su bienestar.

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Estrés postraumático

El  estrés postraumático es una reacción emocional muy aguda que puede ocurrir cuando una persona ha vivido un acontecimiento traumático en el que ha visto amenazada su integridad física o  la de otros. Las personas que han sido víctimas de un atraco, de una guerra, de un incendio, de una violación o de abusos sexuales, etc., son susceptibles de desarrollar un trastorno de estrés postraumático.

 

Cuando alguien se encuentra en estas circunstancias, puede desarrollar síntomas como:

 

 

  • Reexperimentación involuntaria del suceso vivido en forma de pesadillas o de  recuerdos repetitivos de lo que ocurrió (flashbacks), que aparecen de forma automática y de los que es imposible librarse.
     
  • Evasión: Es habitual que estas personas pierdan los intereses que antes tenían, sientan embotamiento emocional (como si no pudieran experimentar los sentimientos) y que eviten a las personas, lugares o situaciones que le recuerden al hecho traumático.
     
  • Sobreactivación: Están en un estado de alerta constante, se sobresaltan fácilmente, tienen problemas para dormir, les cuesta mucho concentrarse y tomar decisiones. Suelen mostrarse irritables,  sienten culpabilidad. Las personas con TEPT se  sienten desesperanzados con respecto al futuro.

Todos estos síntomas derivan en un deterioro importante de la vida social, laboral y personal de las personas con este problema y se sienten muy desesperanzados con respecto al futuro, llegando a veces a desarrollar ideas de suicidio.

 

El tratamiento del TEPT está basado en aquellas modelos que se han demostrado eficaces para el abordaje de este problema. Está dirigido a restablecer todas las áreas afectadas. En la terapia se ponen en práctica técnicas para la reducción de la ansiedad, para el manejo y control de los pensamiento y emociones, entrenamiento en habilidades de afrontamiento de los problemas y técnicas (imaginativas) de exposición al evento perturbador.

 

Al finalizar la persona conseguirá reprocesar el acontecimiento traumático de forma que pueda recuperar una vida plena y satisfactoria.

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Trastorno obsesivo compulsivo

¿En qué consiste?

 

Las obsesiones son pensamientos, ideas o imágenes que aparecen en la mente de forma involuntaria, espontánea y que provocan mucho malestar y ansiedad. Estos pensamientos no son preocupaciones de la vida cotidiana, las personas que los sufren suelen darse cuenta de que sus miedos son exagerados, pero no pueden librarse de ellos. Por otro lado, para neutralizar la ansiedad que les produce la obsesión, realizan conductas o respuestas mentales para intentar evitar las consecuencias de la obsesión o disminuir la ansiedad que les produce. Esto serían las compulsiones. Este problema interfiere significativamente en la vida de la personas.

Por ejemplo, alguien que tiene una preocupación excesiva por la contaminación y los gérmenes (obsesión) podría bañarse varias veces al día de forma ritualizada (compulsión) para evitar las consecuencias de una posible contaminación.

 

En algunos casos la compulsión no tiene que ver directamente con la obsesión. Por ejemplo, una persona que esté muy preocupada porque algo malo pueda ocurrirle a su madre a no ser que todo esté colocado en el lugar correcto.

 

A menudo el TOC  dura años porque los que lo padecen son conscientes de que su problema es irracional y lo ocultan a los demás por la vergüenza que les produce.

¿Cómo se soluciona?

 

La terapia para el TOC se centra tanto en la gestión de las obsesiones como de las compulsiones. El primer paso es proporcionar a la persona toda la información sobre qué es y cómo funciona su problema. Seguidamente se llevan a cabo acciones a reducir la cantidad y la intensidad de los pensamientos y las compulsiones a través de técnicas como la exposición con prevención de respuesta, entrenamiento en relajación y la estimación correcta de la importancia de los pensamientos y sus consecuencias. Con el tratamiento adecuado, las personas con TOC pueden recuperar un estilo de vida sano y adecuado.

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Hipocondría

¿Crees que tienes una enfermedad grave aunque el médico te lo niega? ¿Cuándo ves a una persona enferma piensas que a ti te ocurre lo mismo? ¿Pasas demasiado tiempo preocupado por tu salud?

 

Si te encuentras en esta situación es posible que estés sufriendo hipocondría. Ocuparnos razonablemente del cuidado de nuestro cuerpo y de la salud es una actitud adecuada porque nos previene de posibles enfermedades y, si ya la tenemos, nos ayuda para curarnos. Pero, las personas que sufren hipocondría están firmemente convencidas que están padeciendo una enfermedad grave, basándose siempre en una interpretación errónea o insuficiente.

 

¿En qué consiste?

 

Cualquier sensación, síntoma o enfermedad leve, como un lunar, un dolor de cabeza, los latidos del corazón, un simple resfriado, etc., son interpretados como un signo claro de estar gravemente enfermo. Cuando hablan o leen sobre alguien que está sufriendo alguna enfermedad grave tienden a pensar que a ellos les ocurre lo mismo. Estas creencias se viven de forma muy angustiosa y afecta mucho a la calidad de vida de las personas que lo sufren, dificultando en gran medida el desarrollo adecuado de las actividades de la vida diaria, como el trabajo, las relaciones sociales, de pareja, etc. Toda la existencia se centra en estar enfermo. El hecho de estar permanente enfocado en lo que ocurre en el propio cuerpo, como mirando con una lupa, provoca que cualquier señal se sienta mayor y más peligrosa de lo que realmente es.

 

La preocupación extrema les lleva a realizar conductas de comprobación (mediciones de tasa cardiaca, de la presión sanguínea, de la cantidad de oxígeno en sangre, exploraciones corporales minuciosas, etc.) y a acudir al hospital o centro de salud y/o buscar en libros especializados o en internet. Cuando el médico certifica la ausencia de enfermedad, esta personas se suelen sentir aliviadas, pero sólo durante un breve periodo de tiempo. En algunos casos se evita acudir al médico por el miedo a que se confirmen los temores sobre la supuesta enfermedad.

 

¿Cuáles son las causas?

 

Respecto a las causas, aún no están del todo claras. Algunos investigadores hablan de predisposición genética, de antecedentes familiares, etc. Es habitual que las personas con este problema tengan o hayan tenido familiares cercanos con un problema similar. Gran parte de las veces es la muerte o la enfermedad de alguien cercano la que desencadena los síntomas hipocondriacos.

 

¿Cómo se soluciona?

 

La terapia cognitivo-conductual, que se ha comprobado más eficaz para la hipocondría, está basado en la aplicación de diversas técnicas para el afrontamiento del miedo, la preocupaciones y otras reacciones relacionadas (conductas de comprobación) y la gestión de los pensamientos y las emociones. En estos casos también es importante instruir a los familiares y allegados para que cambien la forma en que han abordado el problema hasta el momento. Con el tratamiento adecuado, las personas con hipocondría pueden recuperar un estilo de vida sano y adecuado.

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